Qué cantidad de platos pasan por nuestro paladar en estas fechas: milhojas de foie, embutidos, pavo, cordero, verduras, mariscos, tablas de quesos, piña, flanes, turrones…Nos lo comemos todo sin antes haber preparado a nuestro organismo para ello,( y luego vienen los madres mías) y si además conocemos al cocinero, nos fiaremos de su buen hacer con los ojos cerrados, tanto como nos fiamos de algunos amigos, de algunas parejas o de algunos miembros de la familia; productos básicos para hacer un buen estofado de navidad. ¿Pero qué pasa cuándo te cocinan un menú que no te gusta?. Pues que probablemente te lo comas porque eres educado, pero experimentarás la desilusión, esa sensación negativa que vives porque algo no corresponde con lo que esperabas, Pero te repondrás rápidamente, será un “empacho” sin importancia porque aparecerán otras ilusiones y porque tener una ilusión no significa que se vaya a cumplir, ya que jugamos con la incertidumbre. Sin embargo, el sentimiento es muy diferente si un chef de honorable reputación para ti, te cocina un primer plato y casi sin darte cuenta, y sin haber preparado tu organismo, te lo planta en la mesa y lees “decepción en su punto con salsa de puerros”. 

Hay gente que puede confundir la desilusión con la decepción, pero tienen sabores y texturas muy diversas, y hay que probar las dos para apreciar los matices. Una decepción no viene de una persona cualquiera, sino de alguien que valoras con todo tu corazón. Una decepción es una verdad que se rompe, es algo que aprendiste durante años que se cocinaba de una manera y de repente no tiene nada que ver. Una decepción no es necesaria, se digiere mal, te crea indigestiones difíciles de curar con una cucharadita de bicarbonato, porque se extienden por todo tu ser creándote un malestar general. Una decepción te deja con cara de tonto, en tierra de nadie, batiéndote entre la rabia, la impotencia y el desengaño. Y el desengaño no es un buen menú para ningún comensal. Así que estas navidades disfruta, pide y toma lo que quieras, pero cuidado con los estafados de navidad, que no te den gato por liebre y afina tu exquisito paladar.